Pato, referente de mi club, no duda en asegurar su trascendencia. “Antes de mi llegada eran seis amigos que se juntaban a jugar”, dispara.
Por Kanata
Abre la puerta de su casa con una mano y con la otra me da una lata de cerveza; todo en el mismo movimiento. ¿Se dan cuenta? Hace todo bien. Yo tengo una teoría: Pato nunca pisó una nave, pero es un discreto astronauta. Porque él todo lo puede. “Cuando aparece algo que no sé hacer, cosa que no es nada habitual, miro un tutorial en YouTube y lo aprendo enseguida”, afirma el líder psicológico del equipo.
¿Es un agrandado? No. Es sincero. Su arribo a Isótopos fue un quiebre: a pesar de ser lateral, fue pieza sustancial en el título obtenido a mitad de año y también en el ascenso que acabamos de obtener (a falta de tres fechas ya nos aseguramos el tercer puesto). En la foto que acompaña esta nota magnífica se aprecia su estirpe ganadora.
Le propongo un fondo blanco y acepta. Sonreímos, chocamos los cinco y terminamos ese festejo chocando nuestros puños. Me da una nueva lata y comenzamos a charlar.
- Cuando llegaste a mi club y viste al equipo, ¿qué pensaste?
- ¿Equipo? Antes de mi llegada eran seis amigos que se juntaban a jugar y cinco desconocidos que conseguían entresemana. Era imposible. Por suerte para mí, esa falta de jugadores me dio la posibilidad de volver a ser convocado y tomar ritmo futbolístico, ya que mi debut fue el único mal desempeño que tuve en la vida. En síntesis: me adapté rápido y transformé un rejunte en un equipo ganador
- ¿Cuáles fueron las claves para este nuevo logro?
- Una de las claves fue el convencimiento de todos en que tenemos material para pelear bien arriba, y la otra y no menos importante es el buen gesto que tuvieron algunos integrantes del plantel en dejar de llegar trasnochados a los partidos.
- ¿Tiene más valor que el ascenso se haya conseguido con Shuru en cancha?
- ¡Lógico! Con Shuru en cancha jugamos con diez y ellos con doce. Igualmente creo que verlo con la camiseta de Isótopos nos da un plus a todos, al saber que tenemos que luchar contra esa adversidad.
- Ahora, ¿van por el título o están asustados?
- ¿Asustados? (risas diabólicas que me asustan) ¡Vamos por el título! Estamos a tres partidos de coronar un año brillante para tu club, que pronto será mi club. El plantel lo sabe y estamos enfocados en eso.
- Vayamos a lo personal. ¿Cómo hacés para cumplir siempre? Te lo pregunto porque es evidente que no tenés condiciones técnicas.
- Qué pregunta difícil. Creo que lo suplo con orden táctico, un timing innato para el corte y el entendimiento que encontramos con mis compañeros en la defensa.
- ¿Hay algo que no sepas hacer? Siento que no hacés nada brillante, pero todo correctamente.
- Actualmente estoy complicado con el acordeón, pero calculo que en unos meses estaré tocando muy bien este bello instrumento (lo acaricia, lo toma y ensaya unos ruidos).
- ¿Sos un robot? Te pido que seas sincero.
- ¡Claro que no Kan! Si fuese un robot, ¿no te parece que ya me tendrían que haber engrasado los tobillos y las rodillas?
- Sí, es cierto. Me convenciste.
Pato sujeta nuevamente el acordeón e insiste con la utopía de construir música; hoy toca realmente mal, pronto lo hará de manera más que aceptable. Él todo lo puede.
Mientras lo observo, me atacan tres gatos y un conejo. Corro. Me voy.